El Campello se viste de fiesta cada año en torno al 16 de julio, día de la Virgen del Carmen, la patrona de todos los pescadores, que celebran con orgullo esta festividad cargada de tradición y fervor religioso.
Pero, ¿cuál es el origen de la devoción que todos los marineros le profesan a la Virgen del Carmen?
La Virgen del Carmen, conocida como la “Estrella de los Mares”, es la fiel protectora de los marineros desde que éstos dependían de las estrellas para guiarse y marcar su rumbo en el inmenso océano y Patrona de la Marina Española desde principios del S.XX.
El nombre Carmen procede de Carmelo, un monte situado al norte de Israel.
Según la tradición, durante la celebración de Pentecostés, algunos fieles fueron convertidos al catolicismo, en ese monte, tras la aparición de una nube en la que iba una imagen de la Virgen María, lo que conllevó que muchas personas se reunieran en el Monte Carmelo para orar, hacer penitencia e incluso seguir una vida eremita.
Esta fue la cuna de la Orden de los Carmelitas y el nacimiento de la advocación a Nuestra Señora del Carmen.
Su festividad es el 16 de julio, ya que ese mismo día de 1251, a San Simón Stock, un célebre monje carmelita, se le apareció la Virgen y le entregó con sus propias manos el escapulario, hábito que pasaría a ser su distintivo.
A partir de esa fecha, la congregación de los Carmelitas adoptó la conocida figura de la Virgen del Carmen: La Madre y el Niño aguantando el escapulario.
Actualmente es una fiesta que contribuye a mantener vivas las tradiciones de El Campello y recordar la unión y dependencia histórica que tiene el municipio y sus gentes con el mar.
La Cofradía de Pescadores de El Campello ha organizado los festejos a la Patrona con un programa repleto de actividades para todas las edades.
El 16 de julio por la tarde, día de la Patrona, los marineros engalanan sus embarcaciones con flores, cintas, banderas…, y tras llevar en procesión a la Virgen por las calles, la embarcan y conducen unas cuantas millas en el mar, para que bendiga las aguas, donde ejercen su trabajo y muchos de ellos dejan su vida.
Esta procesión marítima es seguida de numerosas embarcaciones de todo tipo, igualmente engalanadas, que no dejan de hacer sonar bocinas y sirenas, en una manifestación de orgullo y alegría.
Todos estos actos se cierran cantando la Salve marinera a la llegada a la Ermita, acompañado por todos los presentes, y un magnífico castillo de Fuegos Artificiales.